Sábado a la mañana.
Jornada soleada. Hermosa.
Doblo en la esquina. Vengo de ponerle aire a las ruedas de la bicicleta.
Dos vecinos sobre sendas sillas de ruedas conversan verja de por medio.
Uno, en el jardín de la entrada de su casa. El otro, en la vereda.
Varias veces los he visto entablar largos diálogos a través de esta modalidad.
Hasta no hace mucho, el dueño de casa caminaba por sus propios medios y cuidaba con sumo cuidado y amor de flores y plantas. Horas y horas de dedicación.
Deben oír bien porque están a casi dos metros de distancia.
Más tarde un capítulo de los Simpons versará alrededor de la fascinación de Homero por ser viejo, adoptando a su padre y dos amigos del geriátrico. Y saliendo con ellos de parranda. Por ejemplo, ser los primeros en ir a desayunar.
Pero este paseo por la realidad cautivante se termina rápido: en la otra esquina casi me mata un automovilista.
Es uno de los tantísimos pelotudoshijodemilsputastodomechupaunhuevo que anda con su celular en la mano derecha (a veces izquierda), charlando seguramente con dios o alguien muy importante para estar tan concentrado en tanta desconcentración.
Lo reputeo.
No solo porque yo venía por la derecha y tenía paso, sino porque en su regazo descubro que va con un perro pequeño (tipo un bichón frisé o caniche, da igual), que asoma su cabeza por la ventanilla baja.
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Lo puteo más.
Obviamente, ni se hace cargo.
Es más, me empieza a gritar a mí.
Claro, con el celular en la mano, zarandeándolo.
Más tarde, ante un café, luego de contarle este desencuentro a un amigo, recapitulo.
Y me doy cuenta de que no hay día –por lo menos en las calles de mi barrio– donde no vea un o una automovilista que repita(n) este equipo: mano derecha o izquierda (indistinto), celular (como si blandiesen una espada), y en el regazo, una pequeña mascota.
Claramente debe ser una moda en Tik Tok y la desconozco.
Tal vez en el mundo virtual en el que viven –porque la realidad claramente les chupa tres huevos– sea un must.
Por suerte existen los libros y la música. La gente real. Los problemas reales.
Aunque también están los infrarrealistas.
O lo que queda de ellos: esos continuadores del espíritu de Roberto Bolaño.
A algunos me los crucé la otra noche de jueves en La Coop, un ámbito más que adecuado para la presentación en sociedad de esa hermosa locura que es 266 – microdosis de Bolaño, el reto que se tomó un joven Patricio Se –editor de la Conjura– en convocar a una diversidad de voces de los cinco continentes para que en 200 caracteres formulase ciertas apreciaciones sobre el hacedor de gemas imbatibles como Los detectives salvajes o 2666.
***
Esta emisión de Bailando sobre una Telaraña está dedicada otra vez a Lú y su lucha. Te bacamos a full, amiguita querida.
Aviso parroquial: en las librerías del ramo ya se encuentra Leucofobia, un libro que planea sobre el tembladeral y hace lo imposible por salir ileso.
¿Lo leyeron? Me encantaría que comparten en sus redes una foto con el libro. Se súper agradece a quienes ya lo hicieron.
Además, gracias infinitas a quienes se sumaron al duodécimo programa de Tienda de canciones en radiosi.com.ar
Este viernes de 16 a 18 hs nos visitan María Ezquiaga & Laura Wittner.
Aquí va el link para que puedan escuchar este capítulo de la Telaraña:
Se agradecerán los comentarios y recomendaciones en redes sociales.
¡Nos vemos la semana próxima!
Bailando sobre una Telaraña, la vuelta de tuerca al algoritmo.