La otra mañana en la radio hablaban sobre delantales.
Pero no los de fajina que se utilizan en los restaurantes, las pescaderías o en las cuadras de las panaderías ni esos que danzan en el cuerpo con sus ilustraciones modernas en las cocinas particulares.
No, priorizaban el delantal a media asta.
Ese delantal que lucían nuestras abuelas.
Delantal plano detalle. Ese delantal atado a la cintura, simple.
Una ruta de olores y sabores al costado de fogones rústicos pero preciosos y contenedores.
La imagen vino a mí mientras camino yendo a comprar pan –es un decir, rengueaba; me habían operado una rodilla seis días atrás; estaba mejor que ayer pero peor que mañana– y me cruzo con una vecina, una señora grande que charla con una enfermera en el portal de su casa.
La conversación parece animada.
La luz del mediodía y la temperatura primaveral hacen todo más confortable o amable. Ella, la dueña del delantal de los de antes, irradia alegría y aplomo.
Su cabellera, estilizada.
Su porte, animado.
Y si bien se nota que tiene sus años, exhala independencia, garbo y ganas de vivir.
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La señora le comenta a la enfermera que no para de renegar.
Con su marido, con los precios, con la obra social, con sus hijos.
Renegar, renegar. ¿Dos veces negar?, me pregunto.
¿Donegar, renegar, minegar, fanegar, solnegar, lanegar, sinegar? La escala musical…
“Como si del otro lado todo fuese negarme a que me vea regia”, dice ella. La enfermera asiente.
Un colibrí y después otro y luego otro y más colibríes otros, en tanto, surgen de la nada y toman la escena. No entiendo nada. Pero la señora y la enfermera ni se inmutan.
Hasta que comprendo qué sucede: hay un bebedero al costado del hall de entrada. Por eso los picaflores van y vienen por su alimento.
¡Qué hermoso: un aeropuerto para los colibríes!, pienso.
Pero me duele la rodilla. No tendría que estar haciendo esto. Caminando con los puntos en la rodilla. Caminando con los puntos. Caminando. Los puntos.
Punto y aparte.
El poema es parte del último y frondoso libro de Roxana Páez, Campo libro y encierro. Más que recomdable.
***
Esta emisión de Bailando sobre una Telaraña está dedicada otra vez a Lú y su lucha. Te bacamos a full, amiguita querida.
Aviso parroquial: este sábado 12 de octubre verá la luz el EP El funeral de Cenicienta, la nueva aventura sonora de Las Escuchas, quintento que amo.
La particularidad es que las dos canciones -”¿Qué hago con la noche?” (aquí se puede escuchar el adelanto) y “Como oro”- me pertenecen. Estaban inéditas. Ahora son de ustedes.
Además, gracias infinitas a quienes se sumaron al decimotercer programa de Tienda de canciones en radiosi.com.ar
Este viernes por el feriado habrá una emisión especial, un resumen musical de esta pequeña pero fructífera travesía.
Aquí va el link para que puedan escuchar este capítulo de la Telaraña:
Se agradecerán los comentarios y recomendaciones en redes sociales.
¡Nos vemos la semana próxima!
Bailando sobre una Telaraña, la vuelta de tuerca al algoritmo.