PH: Francisca Etcheto
Tener todo el tiempo del mundo puede ser un castigo.
Falta un rato largo para ir al centro, supongamos. Un rato largo donde podremos hacer un montón de cosas. ¡Cuánto cosas podremos hacer en ese rato largo! ¡Falta un rato largo para salir así que podremos hacer un montón de cosas!
(¡Qué manía esta de “hacer cosas”, ¿no?!”)
Pero la confianza es tanta que los tiempos se acortan y terminamos haciendo todo a las apuradas. ¿No les pasa?
Supongamos. En este mismo momento ya tendríamos que habernos lavado los dientes, tomado los anteojos que vamos a precisar para salir a la calle, haber elegido el libro para el camino, ver si contamos con dinero en la billetera. ¡Uy, qué poca batería tiene el celular!
No obstante, al tener todo el tiempo del mundo, es probable que lo haremos todo en el último minuto.
La vida misma, dirán. La vida.
Tenerlo todo y en un momento no tener nada.
Uy, qué dramático, muñeco. No es para tanto.
Dramático es vivir en la calle.
Dramático es laburar en un empleo en blanco y no llegar a fin de mes.
Dramático es haber estudiado y tener mucha experiencia en tu profesión u oficio, y que por la edad o por no tener los contactos suficientes, estar trabajando en algo para lo que estás sobrecalificado.
Sin embargo, no dramaticemos, para eso está el día a día.
Ganarle tiempo al tiempo. ¡Qué manía, ¿no?!
El tiempo es oro. Mi amigo M tuvo que vender una gema que le regaló un tío. La había reservado para su vejez, pero la escasez de reservas lo llevaron a tener que desprenderse de ese objeto de oro.
Pensar que lo pensó para cuando no tuviese fuerzas para trabajar. O para vivir. Que a veces es lo mismo. En este capitalismo autoexplotador, trabajar para vivir es lo mismo. Vivir para trabajar también.
Oh, otra vez el tiempo.
“El tiempo devora al tiempo”, decía la canción.
Esta emisión de Bailando sobre una Telaraña está dedicada (bue, erradicada la dedicación, se trata más bien de un gran puteada) a un tal Francisco Sánchez, un tipo que con la tuya se vanagloria de tantas sandeces que plaza pública es poco…
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¡Nos vemos la semana próxima!
Bailando sobre una Telaraña, la vuelta de tuerca al algoritmo.